31 de octubre de 2015

Levántate, izquierda!!

(Escribí esto el día 26 de mayo de 2014, y por miedo a represalias en ese momento, no lo publiqué. Ahora creo que las aguas ya se han calmado.)

El día 25 de mayo de 2014 quedará para siempre grabado a fuego en la memoria de muchos. Muchos que piensan que el cambio es necesario, muchos que quieren una tierra mejor en la que vivir, muchos que piensan que hay que romper con lo actual y dar paso al futuro, a algo nuevo. Muchos que piden tu regreso y te piden la mano para levantarse de las ruinas.

Muchos que están controlados, empobrecidos, desahuciados, marginados, desterrados, desanimados, indignados o hartos de lo que desde hace décadas se nos es impuesto.
En este día se ha visto el principio de ese cambio, un cambio que ha apartado a los dos monstruos de las típicas victorias a las que todos estamos ya más que acostumbrados. Unos, anclados en la derecha más rancia y fascista, que quiere igualar la vida actual a la de hace 70 años quitando de en medio derechos y libertades, privando al pueblo de su legitimidad y decisiones. Otros, más actuales, de centro-izquierda, apuestan por el cambio con dirigentes anclados en ideas que hace tiempo ya pasaron de moda, cosa que hace que la gente les apoye cada vez menos, buscando éstos el cambio, no llegándolo a lograr. Ese cambio del que hablo se traduce en nuevas fuerzas políticas, fuerzas movidas y comandadas por el pueblo, por los obreros, por los que de verdad deberían mover un país como lo es España. En apariencia se dividen en izquierda y centro, pero ambos van en el mismo barco: el barco del cambio, el barco de la igualdad, el de las oportunidades, el de las ideas del pueblo, el que sabe y quiere cambiar España. Cambiar España con cabeza, con un timón de ideales que nos dé y devuelva lo que queremos. Ahora, ese barco ha llegado a tierra, y de él se han bajado nuevas  ideas que rompen por completo a las que estamos acostumbrados desde hace 36 años en nuestro país. Hablamos de cambio cuando nombramos a opciones como Podemos, cuarta fuerza más votada en España en estas elecciones europeas. Hablamos de la omnipresente pero no por ello anticuada Izquierda Unida, la tercera fuerza del país. Citamos también a Unión, Progreso y Democracia, una idea que, como las dos anteriores, rompe con todo, intentando, mediante el apoyo popular y la cultura, cambiar España y Europa. Citar también a la formación Ciudadanos, que, creada en la tan odiada por los mayoritarios Cataluña, se ha extendido llevando las ideas del centro político a las calles de España, siendo elegida por los que aún no saben que barco tomar: si el de la izquierda y sus cambios o el de la derecha y su anclaje al pasado más rancio y eliminado del mapa desde hace décadas. Todos sabemos muy bien lo que queremos.

Cuando hablo de principio del cambio hablo del paso de la votación conjunta de los habitantes de un 80 a un 49 por ciento a los partidos mayoritarios: el PSOE y el PP. ¿Qué por qué?, me dirán muchos. La gente está harta, aburrida de ser manipulada como los dirigentes quieren. Harta de que les chupen la sangre, de que les quiten sus derechos, sus libertades, su identidad como pueblo. Ese pueblo desangrado quiere ahora una transfusión, no solo de sangre, sino también de derechos, de libertades y de una nueva identidad, esa identidad que hace que un pueblo, que un país se mueva, vaya por el buen camino y no se quede en la cuneta, enterrado y olvidado con el paso del tiempo.
Muchos les llamarán comunistas, les llamarán rojos, les llamarán revolucionarios. Pero no entienden que no es así. No por querer que los dirigentes de tu pueblo cambien ya hay que ser así. No por querer dirigentes que no estén día sí y día no con la mierda hasta el cuello es ser un comunista. No por querer recuperar lo que un día lograron y al otro les quitaron es para forzarles a callar y perseguirles. No por querer avanzar en una nueva identidad como pueblo es forzarles a romper con sus ideas. No por pensar distinto tienes que menospreciar a tu pueblo.

Levántate pueblo, levántate libertad, levántate cambio, levántate izquierda!! Hemos visto que puedes hacerlo, hemos visto que puedes recuperar lo que un día fuiste. Hemos visto que se puede echar la vista atrás y recuperar lo que un día perdiste por imposición de algunos. Hemos visto que el pueblo te apoya, que el pueblo te quiere, que el pueblo te respeta, que el pueblo te busca para crear un nuevo futuro,  tener una nueva identidad, un nuevo pensamiento para mirar adelante , una mirada y vista hacia el futuro con la que recuperar derechos que todos debían y deberían tener desde hace mucho tiempo, con la que ayudar y nunca perder, con la que, en definitiva, convertir todo de malo a bueno, de limpiar la basura, meterla en una bolsa y tirarla lejos, muy lejos, dónde nadie pueda verla, ayudarla ni rescatarla, y ahí quemarla, destruirla, deshacerse por completo de ella y dar libertad a los que te la piden y necesitan, que son muchos, más de lo que muchos se piensan. Romper con el pasado y unir los trozos de un futuro nuevo. Lo sabes bien, izquierda. Lo sabes bien, pueblo. Nosotros, ese pueblo que tanto te quiere y añora, creemos en ti y sabemos que puedes levantarte, que muchos te creían en el suelo, derrotada, y que ahora, con el imponente apoyo popular están tendiéndote una mano, cogiéndote del brazo y ayudándote a ponerte de pie, ayudándote a empezar a andar y a hacer camino, el camino del futuro, el camino del cambio. Ese camino acabará y fraguará en el momento que todo lo que te pidan se cumpla y lo hagas realidad, sabemos que puedes, que eres fuerte, izquierda. Sabemos que tienes que romper y enterrar las desigualdades de clases. Sabemos que puedes igualar a todos, que los que tengan dinero no se enriquezcan más y los que no tienen de nada no se empobrezcan hasta perderlo todo o casi todo. Darles a todos un poco, quitar a los que más tienen y dárselo a los que más te lo piden, izquierda. Lo hiciste una vez, ¿por qué no de nuevo?
De nuevo te lo pedimos, izquierda, levántate para cambiar el futuro, para llevar a tu pueblo al lugar que perdió, al lugar que tanto se merece y que nos quitaron hace tiempo. A recuperar lo que es tuyo, izquierda.



Levántate, izquierda!!

16 de octubre de 2015

Atardecer en Madrid.

Para tí.


Me acuerdo de aquella chica, venida de allá lejos. 
Me acuerdo de esa chica que añoraba Madrid.
Me acuerdo de cómo me contaba lo que hacía,
por dónde iba, 
por dónde sonreía,
viendo el sol 
caer sobre Madrid.

Su deseo sigue aquí,
perdido entre las calles de Madrid.
A veces me la encuentro en sueños,
mirando el atardecer desde lo más alto,
recordando y pidiendo un deseo,
el deseo de regresar a la tierra
de la que no debía haber marchado.

Sabe que volverá,
sé que volverá
a ver el atardecer
caer sobre Madrid.

3 de octubre de 2015

Aquel chico de Livorno

«Ci sono giocatori che con i soldi guadagnati si comprano lo yacht, una Ferrari, una villa al mare. Ecco io con questi soldi mi ci sono comprato la maglia del Livorno.»

«Hay jugadores que con el dinero que ganan se puede comprar un yate, un Ferrari, una casa junto al mar. Yo con ese dinero me compré la camiseta del Livorno.»

[Sacado del libro "Tenetevi il miliardo" ("Quedáos con los mil millones"), de Carlo Pallavicino.]

Livorno, Provincia de Livorno, Región de Toscana, año 1979. Nada hacía presagiar que en una ciudad trabajadora, pobre, casi olvidada con respecto al resto de Italia, surgiera una de las mayores figuras del fútbol italiano de las últimas décadas. Estoy hablando del jugador "de izquierdas" por antonomasia en Europa, estoy hablando de Cristiano Lucarelli, delantero centro.

Para él, el dinero, la celebridad y la comodidad nunca fueron un fuerte: el suyo fueron los sueños. En el continente europeo fuera de Italia se le conoce por sus nefastas etapas en el Valencia y el Shakhtar Donetsk, y en el país transalpino por jugar en el Cuoiopelli, Perugia, Cosenza, Padova, Lecce y Torino, además del club en el que se dio a conocer, su equipo, su alma, su sueño desde niño, la AS Livorno Calcio. Llegó a jugar con la selección nacional sub-21, acabándose su carrera con la "azzurri" en un partido frente a Moldavia, en el que, tras marcar un tanto, lo celebrara quitándose la camiseta y enseñando la que llevaba debajo, con la efigie del "Che" Guevara. Parece que este gesto molestó a la federación italiana, que nunca le volvió a llamar para jugar con la selección.


¿Una camiseta del "Che" Guevara? ¿Porqué? Cristiano Lucarelli es comunista y de Livorno, algo que siempre va unido (al menos eso me contaron por tierras italianas).


El Livorno es una fe:
los ultras y sus profetas

¿Qué tiene que ver el comunismo italiano con Livorno? En 1921, en esta preciosa ciudad portuaria de Toscana, se fundó el Partido Comunista de Italia, y después de esto, hace ya 94 años, la ciudad siempre ha sido de izquierdas. Lucarelli es además hijo de un portuario militante del partido. Y bueno, el tiempo hizo el resto. Cristiano siempre quiso desde pequeño ser delantero del equipo de su ciudad, y en concreto ser el que marcase el gol del ascenso del equipo a la Serie A. Antes de ser jugador, a Lucarelli le tiraban el negro y el azul del Inter de Milán, pero se cambió al Livorno porque, como el Inter en esos años, "tampoco ganaban nada". Los logros históricos del equipo se resumen en una Coppa italiana en 1987. El equipo es conocido porque los aficionados, en el Stadio Armando Picchi, enarbolan banderas y tifos con figuras de izquierdas tan características como la efigie de Ernesto Guevara o la hoz y el martillo.


Aun así, el equipo siempre jugó en Serie B y en categorías inferiores. Hasta que todo cambió.

En el año 2003, Cristiano Lucarelli defendía los colores del Torino, y su representante, Carlo Pallavicino, estaba en busca de un nuevo contrato para el delantero. Muchos equipos ofrecían sus servicios a "Cris". Casualmente en ese año, el Livorno ascendió a Serie B, y el jugador inmediatamente pidió a Pallavicino que le consiguiera un puesto en el club de su alma. El equipo del Armando Picchi no pudo ofrecerle tanto como los otros equipos que le quisieron, pero esto a Cristiano no le importó en absoluto. Para volver a Livorno antes debía marcharse del Torino: romper su contrato `sólo´ le costó mil millones de liras, unos 516.500 euros.

Cristiano Lucarelli volvió a su Livorno natal, comandando al equipo "amaranto" esa campaña. El jugador encarnaba el sueño de miles de livorneses, ascender a la Serie A 54 años después. La pasión, por encima de todo, llevó a Cristiano y a sus 25 goles esa temporada a lograrlo. El jugador con el 99 a la espalda, además, cumplió su sueño de pequeño: marcar ese vigésimo quinto gol, el gol que hacía que el equipo volviera a la élite del fútbol italiano.


Cristiano Lucarelli, aquel chico de Livorno que pagó mil millones de liras italianas para cumplir sus sueños, vive entre los suyos y es famoso en Livorno. En el 2012 se retiró en el Nápoles, y ahora es entrenador del A.C. Tuttocuoio 1957, de la Lega Pro. Y, ¿quién sabe? Quizá vuelva a Livorno pronto.

4 de septiembre de 2015

"El grito desolador de un niño"

Hoy Siria es noticia cuando los ciudadanos del país buscan huir despavoridos de las fauces de una guerra y tienen que sobrevivir desde que cruzan el mar hasta que consiguen llegar a su destino en tierra firme tras pasar por mil penurias.

Miles también son las trabas y obstáculos que tienen que sortear en su día a día, siendo muchos los que no llegan a contarlo.

El caso es que son noticia por el hecho que supone sobrepasar una línea imaginaria llamada frontera una vez que suponen un problema para la UE; en pleno siglo XXI seguimos siendo mercancía y no todos somos iguales aunque nos lo quieran vender. El conflicto sirio se lleva gestando hace años desde occidente siendo -como siempre- los causantes de dicha situación, me pregunto que qué menos ahora que solidarizarse con ellos y acogerles, ( en muchos casos a regañadientes y practicamente por obligación como la señorita Merkel y otros ni eso como el archiconocido Viktor Orbán por su política ultraconservadora). Como persona siento que debemos confraternizarnos con ellos y a parte de acogerles - qué menos - debemos ayudarles a salir de ese pozo sin fondo que hemos cavado desde el "primer mundo" y actuar no solo cuando compete en la política europea sino tirar de razón y tenderles también la mano en Siria; al igual que en Siria en muchos otros países donde hemos sido causantes directos o indirectos permitiendo que EEUU pudieran acampar a sus anchas en sus pretensiones imperialistas por medio mundo.


Texto original de Alex González.

13 de agosto de 2015

A la calle, que ya es hora!!

Hoy os vengo a hablar de un drama que, aunque demasiado encubierto por todos, se hace patente día tras día. Me refiero al drama mexicano, al drama de un país que aunque parezca tranquilo, inofensivo, dejado, tiene una cantidad de problemas que no hemos de olvidar y que hemos de ayudar a arreglar.

De buena mano sé que todo eso que dicen en mi país, España, y en el resto del mundo, sobre este problema no es ni la mitad de lo que realmente es, gracias a amigos y conocidos que viven o han vivido este problema. Me refiero a México, ese gran país de Norteamérica que, poco a poco, va muriendo por dentro sin que nadie lo auxilie, le de un aliento o le libere del drama que día a día sufre. No podría ponerme a enumerar todo lo que tiene de malo, pero sí lo que tiene de bueno. Bueno es un calificativo muy débil para esa tierra tan lejana pero a la vez tan cercana y tan impaciente de descubrirse.

Sé que sería difícil calificar a este país por sus cosas buenas ya que, como he dicho, fuera del país sólo se le conoce por su injusticia, su corrupción y su violencia. Pero, bajo mi punto de vista, este pueblo y sus gentes deben ser comprendidos bajo la bandera de lo liberal, lo democrático y pensar que otro país es posible.

Muy pronto os hablaré de más sobre este tema.

Agradecer a la compañera Fernanda Sosa por la inspiración y las ganas de hablar de este tema que ella me dio. Un nuevo futuro para y por México es posible.

16 de febrero de 2015

Dónde todo nació.

Imagino que vosotros, todos los que leéis este blog, sabéis cuál es mi mayor pasión en este mundo aparte de la vida en sí misma. Y por si no la sabéis o no os la imagináis, os la digo yo: es el fútbol.

Ese fútbol que se juega en un campo rectangular, en el que dos equipos con 11 jugadores cada uno se disputan una pelota esférica llamada balón, y en el que la misión es marcarle más goles al contrario con ese balón que os acabo de decir.

Existe un lugar en la tierra en el que este deporte que tanto me enloquece nació, allá por el siglo XIX, concretamente en 1872. Ese lugar se llama Inglaterra.


En ese lugar llamado Inglaterra, desde hace décadas, está vigente un estilo de juego que sólo allí existe y que parece que nunca ha salido ni va a salir de sus fronteras. Me refiero al fútbol inglés, ese que, aunque igual al jugado en otras partes del mundo en reglas, tiene algo especial.

Hinchada del Liverpool FC en Anfield. (Fuente: mirror.co.uk)

No sé, ese algo está formado de otros ´algos´ más pequeños: sus aficiones, sus campos, su clima, su pasión, su inconformismo, su clasicismo y su magia, esa magia que a personas como a la que escribe le ha encandilado. Ver todas las semanas los campos llenos, ya sea en Premier League (Primera división) o en Conference (Quinta división) hace que envidies ese fútbol.
Ver a la gente emocionada ya gane su equipo o caiga derrotado por media docena de goles. Ver a la gente seguir a ese "su" equipo hasta la muerte, sin importarle lo que le pase. Ver el fútbol bajo ese ambiente de humedad y lluvia que sobre todo en invierno inunda los estadios (aunque en Inglaterra sea verano o invierno sea así) tiene algo que hace ver este deporte de manera distinta, sobre todo al extranjero, a gentes como yo. Esa lucha sin cuartel de un equipo desde el minuto 1 hasta el 90, que aunque a veces conformándose con la derrota, pelea igual que si hubiese ganado por 4 goles. Ese jugar que parece que nunca hubiese cambiado después de 143 años.

A veces sueño con estar allí, en un lugar cualquiera de Inglaterra, siendo uno de esos seguidores que cada fin de semana sufren con su equipo. Lo sueño y al despertarme y acordarme del sueño pienso: ¿porqué no volver a hacerlo? ¿Porqué no volver a Inglaterra y ver de nuevo un partido de mi vieja y tan amada pasión?

Mi primer y único partido de fútbol en Inglaterra fue allá por 2011, en un viaje con amigos, al poco de cumplir la mayoría de edad. Decidimos ir a Liverpool, a esa ciudad conocida aparte de por el grupo "The Beatles", por ese equipo ganador de 5 copas de Europa, que viste de rojo y que tiene como rival a un equipo de la misma ciudad, que viste de azul llamado Everton. Ese equipo del que tan bien hablo se llama Liverpool FC, y se fundó en 1892.

Tras pasar una semana en el condado de Merseyside, visitando ciudades como Saint Helens y Formby además de Liverpool, nos encontrábamos con un sábado frío y lluvioso, lo normal allí en un mes de noviembre. Con las maletas ya hechas para partir el día siguiente hacia España y sobrándonos dinero, decidimos comprar unas entradas para ver al Liverpool en el mítico estadio de Anfield. El partido, si no recuerdo mal, era contra el Swansea City, el equipo de Gales recién ascendido en esa campaña. El precio de la entrada: 20 libras. Era caro, pero todos sabíamos que iba a ser una de la pocas oportunidades en nuestra vida de vivir algo así.

Foto de ese encuentro. Downing, del Liverpool y Gower, del Swansea, se disputan el balón. (Fuente: whoateallthepies.tv)

A eso me refería antes. Tanto se me quedó grabado ese empate a cero goles en Anfield aquel sábado 5 de noviembre de 2011 que tengo ganas de repetirlo y no voy a parar hasta lograrlo. Esta vez, llegue cuando llegue, espero vivirlo con más intensidad que la primera vez. Ese día, con mis 3 amigos, éramos los 4 extranjeros, 4 chavales que no sabían lo que era eso. Éramos 4 chavales que al entrar al campo todo el mundo nos miraba como: ¿estos que hacen aquí?, ¿serán aficionados del Swansea?, cosas así. O al menos yo me lo imaginaba de esa manera. La próxima vez que pise un estadio inglés lo haré defendiendo los colores del equipo que se me plante en el camino, aunque no lo conozca. Querría vivir ese partido como un inglés, como una de esas miles de personas que cada fin de semana van al campo, se emocionan por su equipo gane o pierda y les aplauda al final del encuentro. Quiero ser uno más, y será mejor si es en uno de los estadios de los múltiples equipos de ese país a los que apoyo.

Podría ir a Nottingham, con mi camisa roja ´garibaldi´, y animar al Forest en el City Ground. Podría ir a Londres, con mi camisa azul, y animar al Chelsea en Stanford Bridge. Podría ir a Sheffield, con mi camisa rojiblanca y animar al (Sheffield) United en Bramall Lane.

O podría ir a cualquier ciudad o pueblo inglés, ponerme la camiseta del equipo que le representa e ir al campo y animar, sentir, gritar o emocionarme.

Todo esto que acabáis de leer me lo provoca un deporte, y dentro de ese deporte, una manera de verlo, de sentirlo y de creerlo.

Donde todo nació, Inglaterra.

Donde nació el fútbol, nació la esencia,
el fútbol inglés.

26 de enero de 2015

La otra crítica: "Good Bye, Lenin!" (2003)

Hoy os presento una nueva sección en mi blog: se titula "La nueva crítica" y en ella voy a analizar cuando buenamente pueda cada una de esas películas que han marcado mi vida.

Vamos a empezar con una obra maestra del año 2003. Se trata del film "Good Bye, Lenin!", de producción alemana.


Bajo la dirección del director Wolfgang Becker (1954), se trata de una forma divertida el paso del comunismo al capitalismo con la caída del Muro de Berlín en 1990, bajo la mirada de Alex, un joven alemán del este. 

La película empieza con la vuelta al pasado de la familia Kerner, en la República Democrática Alemana, hasta llegar a 1990.

Christiane, la madre de Alex, es una socialista convencida e integrante del Partido Socialista Unificado. Tras muchas manifestaciones en Berlín Este, entre cuyos manifestantes se encuentra Alex, durante una de esas protestas, y al ver a Alex siendo detenido, Christiane cae al suelo, víctima de un ataque al corazón. Por culpa de este ataque, ella entra en coma en un hospital de la capital socialista.

Alex, detenido tras la manifestación.

Coincidían estas manifestaciones con las ansias de cambio por parte de los alemanes del este, que acabaron con el desmembramiento del Estado. Al ser Christiane una buena socialista, para ella sería un palo muy duro ver desaparecer todo eso en lo que había creído y por lo que había trabajado.

Por lo cual, durante los meses que le quedan de vida a Christiane, Alex trata de que su madre, en los momentos que despierta del coma, no note que las dos Alemanias se hayan hecho una tras la caída de la RDA.

Alex, con el retrato de Erich Honecker que había en el centro social del barrio.

Alex, rellenando botes con productos capitalistas.

Alex, tras la caída del socialismo, trabaja en una empresa de instalación de parabólicas con Denis Domaschke, su compañero del oeste. Ariane, la otra hija de Christiane, dejó de estudiar cuando cayó el muro y ahora trabaja en un restaurante de comida rápida "Burger King". Para ellos, todo ha cambiado, aunque parece que fuera la misma vida. Ambos hermanos tienen pareja: Alex está con una enfermera soviética que trabaja en el hospital dónde está su madre, llamada Lara, y Ariane está con Rainier, un alemán del oeste.

Denis y Alex, montando un vídeo falso.

Alex, con una cámara, en la grabación de uno de los vídeos, en la sede de Coca-Cola en Berlín.

Ariane y Rainier, trabajando en Burger King.

Lara y Alex, en el hospital donde descansaba la madre.

Por otra parte, el padre de Alex, Robert, es médico, y hace tiempo que se fue al otro lado del muro y dejó abandonada a su familia, perdiendo parte de la ayuda que aportaba a la vida familiar.

Alex, a lo largo del film, trata hasta de mejorar lo acontecido realmente durante los últimos meses de vida del Estado socialista. Todo por su madre.

Un día, después de estar encerrada en casa durante meses, Christiane baja a la calle y descubre la realidad: el muro ha caído, y la RDA ya no existe. Hasta las estatuas de Lenin que estaban en Berlín Este han sido destruidas.

Una de las estatuas de Lenin en Berlín Este. Hoy ya ninguna de ellas existe .

Inmediatamente sus hijos le hacen entender que nada es verdad. Todo empezó al ver un cartel de Coca-Cola desde la ventana.


En la primera foto, Christiane se sorprende al ver la imagen de la segunda: la estatua de Lenin destruida.

Vista desde la habitación de la madre. Alex le hizo creer que todo era un espejismo.

Al final de la película, y como última voluntad de Christiane tras sufrir otro infarto, deciden localizar al padre, el cual vive en el oeste. Alex le convence y, tras perdonarle por todo lo acontecido, proceden a ir al hospital.

Para simular la caída del muro, Alex contrata al antiguo astronauta alemán del este Sigmund Jähn, que trabaja como taxista tras perder su puesto de funcionario del Estado. La "misión" de Sigmund es la de jefe de Estado, puesto que hasta ese año estaba ocupado por Erich Honecker, jefe de Estado hasta 1989.

Denis, disfrazado de presentador de noticias de la Televisión de la RDA, en uno de los vídeos falsos.

Sigmund Jähn, dando su discurso como "nuevo" jefe de Estado.

Tras la muerte de Christiane, todo acaba, y el capitalismo se hace con la mente de Alexander y con la tierra en la que se había criado. Nunca volvería a escuchar el "Auferstanden Aus Ruinen", el himno de Alemania Oriental.

Reparto:

Daniel Brühl - Alexander Kerner
Katrin Saß - Christiane Kerner
Chulpan Khamatova - Lara
Maria Simon - Ariane Kerner
Florian Lukas - Denis Domaschke
Alexander Beyer - Rainier
Burghart Klaußner -  Robert Kerner
Stefan Walz -  Sigmund Jähn (como taxista)

Os dejo el trailer del film, en español.

Lo positivo (+)

- La pelicula hace que los que no hemos vivido la época comunista (como yo) la sintamos como más cercana. Además, el papel interpretado por el hispano-alemán Daniel Brühl es el de un chico joven, lo que hace que los jóvenes nos metamos en su piel.

- La banda sonora es excelente.

Lo negativo (-)

- La película está elaborada desde un pensamiento "anticomunista" (o así al menos lo veo yo). Me hubiese gustado que tuviese un punto de vista más neutral.

Mi nota: Sobresaliente.