26 de junio de 2016

Del futuro al pasado.

Veintiséis de junio de dos mil dieciséis.

No despiertan de la realidad, siguen viviendo en un sueño, como los protagonistas de una vieja serie española.


"En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. Se premia todo lo malo".

Ramón del Valle-Inclán (1869-1936)



En el planeta Tierra hay un continente que se llama Europa, y dentro de ese continente hay muchos países. Dentro de esos países hay uno que se llama España. Y ese país llamado España sigue tropezando vez tras vez con la misma piedra, y miren que es complicado que eso ocurra.
La misma piedra es la que todos conocemos: la derecha.

La impertérrita derecha. La derecha rancia, la derecha vieja. Esa derecha heredera del franquismo. Esa derecha que está de mierda hasta el cuello por casos de corrupción que parece que salen de debajo de las piedras, y ojo, que hasta faltando piedras, se traen más para producir más corrupción. Y que parece que sacan más votos cuánta más corrupción tienen. 

De la izquierda vieja no voy a hablar mal. Quizá su única pega haya sido no confiar en aquellos en los que había que confiar, pactando con la nueva derecha creando algo en lo que no ha creído nadie ni nadie va a creer por mucho que lo intenten. Tal vez, y solamente tal vez, este vez hayan aprendido y hagan lo que tienen que hacer por el bien de España, de los españoles y del futuro.

La nueva izquierda lo ha peleado, lo ha luchado, se ha dejado las manos trabajando pero no ha podido ser. Se ha buscado y se ha mirado desde lejos para aprender, pero tras verse superados por una inútil e indómita ley de votación en el parlamento español ha evitado un mayor reparto en el parlamento español.

La derecha moderna ha perdido crédito por su intento de alianza con los socialistas, y eso se ha visto en la pérdida de votos que se ha llevado la vieja derecha. Como la nueva izquierda, lo han intentado pero no han logrado nada. Esta situación les ha dejado a un paso de la derrota, de un querer y no poder pero que en un futuro esto les hará hacerlo mejor y quizá cambiar su ideal político, dejando de lado las similitudes con la vieja derecha.

Mi conclusión es que estamos en un país ingobernable por culpa de un motivo: la idiotez. Se busca la comodidad de las clases altas, adineradas, viejas y de ideología derechista, rozando lo fascista.  El pueblo lo intenta pero no lo logra. Pero algún día será el día de la victoria, el día en que España sea un país, y no un proyecto regido por la vieja guardia.

A.B.